Querida mamita:
Ya no estás a mi lado, daría todo por poder leerte esta carta, pero ya no estás aquí, te has ido a donde no hay regreso, donde no te puedo buscar… Mas en mi corazón, que aún llora tu partida, vives encendida como una llama, porque no habrá más amor del que yo te guardo aquí.
Ya no estás, siento mucha soledad, mucha tristeza y todo lo que me rodea me recuerda a ti, te veo en mis flores, en mis prendas de ropa y en todo de mi vida cotidiana… porqué siempre estabas aquí, mirando y riéndote de mis locas aventuras que te contaba. Te siento aquí, en los cajones que guardan tus fotos, y este dolor de la realidad de tu ausencia, mamita, es tan grande ya casi no puedo ni respirar…
Mamita, me siento egoísta,
pues tengo muchos sentimientos encontrados,
¿por qué tuviste que irte?
No estaba preparada mamita, no lo estaba.
La única distancia que me separaba de ti, era una llamada y ahora no hay nada, sólo silencio, ese mudo silencio que agiganta más mi dolor… No sé cuánto durará este profundo dolor, quizás nunca se vaya, o puede que sea la forma que tengo de retenerte a mi lado. Mas debo ser una buena hija de Dios, obedecer y aceptar lo inevitable, sólo Dios sabe el porqué de las cosas.
Mamita,
yo siempre te guardaré aquí
junto a mi corazón,
me haces mucha falta.
A veces parece que todo es un mal sueño,
que voy a despertar
y te veré en el jardín cuidando tus plantas,
hablando y sonriendo.
Te extraño tanto mamita, no sé cómo sigo adelante, mas debo sacar fuerzas, siempre me decías que debía hacerme a la idea, pero nadie está preparado para afrontar la muerte y mucho menos la de una madre.
Mas la muerte es implacable y se lleva lo que más amamos, sólo nos queda el consuelo que un día nos volveremos a ver y nos fundiremos en un abrazo eterno. Siempre hablaré de ti, de lo maravillosa que eras, de tus días buenos y malos, pues tu vida me ha servido a mí para ser mejor mujer y madre.
Te amo mamá,
te siento en mi corazón,
pero siempre te extrañaré.
Ya no estás a mi lado, daría todo por poder leerte esta carta, pero ya no estás aquí, te has ido a donde no hay regreso, donde no te puedo buscar… Mas en mi corazón, que aún llora tu partida, vives encendida como una llama, porque no habrá más amor del que yo te guardo aquí.
Ya no estás, siento mucha soledad, mucha tristeza y todo lo que me rodea me recuerda a ti, te veo en mis flores, en mis prendas de ropa y en todo de mi vida cotidiana… porqué siempre estabas aquí, mirando y riéndote de mis locas aventuras que te contaba. Te siento aquí, en los cajones que guardan tus fotos, y este dolor de la realidad de tu ausencia, mamita, es tan grande ya casi no puedo ni respirar…
Mamita, me siento egoísta,
pues tengo muchos sentimientos encontrados,
¿por qué tuviste que irte?
No estaba preparada mamita, no lo estaba.
La única distancia que me separaba de ti, era una llamada y ahora no hay nada, sólo silencio, ese mudo silencio que agiganta más mi dolor… No sé cuánto durará este profundo dolor, quizás nunca se vaya, o puede que sea la forma que tengo de retenerte a mi lado. Mas debo ser una buena hija de Dios, obedecer y aceptar lo inevitable, sólo Dios sabe el porqué de las cosas.
Mamita,
yo siempre te guardaré aquí
junto a mi corazón,
me haces mucha falta.
A veces parece que todo es un mal sueño,
que voy a despertar
y te veré en el jardín cuidando tus plantas,
hablando y sonriendo.
Te extraño tanto mamita, no sé cómo sigo adelante, mas debo sacar fuerzas, siempre me decías que debía hacerme a la idea, pero nadie está preparado para afrontar la muerte y mucho menos la de una madre.
Mas la muerte es implacable y se lleva lo que más amamos, sólo nos queda el consuelo que un día nos volveremos a ver y nos fundiremos en un abrazo eterno. Siempre hablaré de ti, de lo maravillosa que eras, de tus días buenos y malos, pues tu vida me ha servido a mí para ser mejor mujer y madre.
Te amo mamá,
te siento en mi corazón,
pero siempre te extrañaré.